por suju — Martes, 12 de marzo de 2013
“Queremos dar una nueva mirada a los
elementos básicos de la arquitectura – usados por cualquier arquitecto,
en cualquier lugar y en cualquier momento – para ver si podemos
descubrir algo nuevo acerca de la arquitectura”.
Rem Koolhaas, hablando sobre lo que será la Bienal de Venecia 2014
Estamos convencidos de que un evento de arquitectura que
refleje el momento actual y que sea verdaderamente revolucionario sería
el que dejase descontento a la mayor parte del público y no solo a un
par de críticos que digan que fue solo mas de lo mismo, como ocurre cada
dos años. A nuestro parecer la bienal, como buen catalizador del
momento por el que pasa
hoy la profesión que debería ser,tendría que dejarnos completamente
pasmados, aterrorizados, ridiculizados, desalmados, desnutridos de
arquitectura. Solo así, realmente podríamos decir que hemos visto algo
verdaderamente renovador.
Arquitectura como oficinas
Hace unas décadas atrás, con Rem a la cabeza, comenzaba
la gran vorágine de los arquitectos con la pretensión de convertirnos
todos en grandes empresas.
Nos lo exigía el momento, nos lo inculcaba la universidad. Así leímos
libros de marketing y aprendimos de comunicación, nos hicimos tarjetas
personales bien diseñadas, y folletos de presentación, y salimos al
mundo a vender nuestro arquitectónico producto. Fue tal la mimetización
que toda la nueva arquitectura, sea el edificio de la indole que sea ,
tendió a parecerse mas y mas a los de oficinas.
Si en los ´50 aparecían críticas al movimiento moderno
de que todos sus edificios parecían hospitales, hoy podríamos decir que
todos parecen edificios de oficinas.Ver el interior de una vivienda y el
de un espacio de trabajo ya casi no hace diferencia, y hasta podríamos
confundir en muchos casos el uno con el otro.
La novedad convertida en tradición
Toda izquierda tiende a convertirse en derecha. Al menos si partimos
de lo que en origen quedó así definido cuando el rey de Francia convocó
en en 1798 los Estados Generales. A la derecha, como de costumbre se
sentaba el clero y la nobleza, digamos que eran los que querían mantener
el status quo, mientras
que a la izquierda se sentaban “los comunes”, o el pueblo y los mas
radicales que planteaban cambios al sistema. Esta disposición se mantuvo
luego durante las asambleas de la revolución y es por eso que
utilizamos esta calificación para definir las posturas políticas.Cuando nuestra generación comenzaba a estudiar arquitectura empezaban a soplar vientos de cambio, podríamos decir que se trataba de una especie de “izquierda”. Hacía algunos años que un joven Koolhaas había publicado su Delirius New York (1978) y de a poco iba surgiendo una generación de jóvenes arquitectos que planteaban búsquedas muy diversas y personales pero que partían de una base común: la necesidad de una revisión total de la arquitectura (moderna) despojandola de toda ideología moral y/o política. Hans Ibelings retrató a esta generación, que comenzaba a construir a mediados de los ’80 entonces en Holanda, con su libro ¨Modernismo sin Dogma¨ (1995)
Pero lo que parecía ¨izquierda¨ renovadora resultaba en realidad ser una derecha naciente, la de los arquitectos empresarios que se sumaban a las ideas neoliberales que comenzaban a instalarse en el mundo y que nos han legado un mundo sumido en una enorme crisis que va mas alla de lo meramente económico.
Recuerdo muy bien una imagen aparecida en alguna revista de aquella época que creo lo sintetiza de la mejor forma (tengo que describirla porque no la puedo encontrar): sobre el techo verde del edificio RVU de los MVRDV (1994) varios jóvenes, bien vestidos participan de un pic-nic. Es de día y todo lleva a pensar que es durante una pausa de trabajo. Comenzaba la “fiesta” y los arquitectos dejaban de lado la vivienda (y con ella la ciudad) como tema central de la arquitectura para focalizarse en la empresa ylo s negocios haciendo del edificio de oficinas y la vida en su entorno su religión.
La gran mayoría de los proyectos desde toda esta época
llevan esa marca. Son en su gran mayoría arquitecturas un tanto
autistas, que como buenos productos de un mercado competitivo quieren
sobresalir sobre el resto, destacarse y que apuntan mas al impacto de
primera vista que a su vivencia en el tiempo. El impacto sobre las
ciudades ha sido también considerable. Como verdaderas publicidades
construidas estas arquitecturas fabrican realidades idealizadas que
llevan mensajes reduccionistas y que por medio de mecánicas
escenográficas tienden siempre a esconder la compleja realidad de lo
social y de lo urbano, negándolo o lo que es peor estigmatizándolo, como
por ejemplo sucede ya desde hace mas de una década en Holanda con la
renovación de los barrios de posguerra, de los que ya hablamos en varias
ocasiones en este blog.
Esta arquitectura, nos animamos a llamarla “neoliberal”,
ha borrado de sus interiores las medias luces y las penumbras al igual
que se hace en la arquitectura de oficinas y centros comerciales.
También cualquier otro tipo de sensaciones que no sea lo visual han sido
desterradas. Los arquitectos se esfuerzan en llevar la pulcritud, y la
inmaculada hiperrealidad de las imagenes renderizadas a la construccion
pareciendo olvidar que las cosas deberían ser al revés.
En busca de lo intrascendente
Admitamos que esta arquitectura de oficinas, empresarios
y clientes adinerados nos ha dado un buen espectáculo estas últimas
décadas. ¿Es este espectáculo el que intentará Koolhaas seguir
alimentando en su busqueda de novedad?. Un espectáculo fabuloso, pero
tremendamente costoso y que ya se presiente agotado.
Porque seamos sinceros, la profesión está cada vez peor.
De la pérdida de incumbencias dentro del proceso del desarrollo de una
obra de arquitectura a las últimas búsquedas hacia lo “digital”, lo
“participativo”, lo “sostenible” que han resultado en farsas de
mercadotecnia antes que en verdaderas reflexiones sobre el estado de la
profesión, todo esto parece tirar hacia abajo en vez de hacia arriba.
La reflexión necesaria y urgente es ¿nos ponemos a la
derecha de Rem buscando una vez mas la novedad? o ¿no sería mejor
ponernos esta vez a su izquierda para cuestionar la validez de esa
novedad? Quizás sea tiempo de comenzar a mirar lo poco novedoso, lo
habitual, lo intrascendente. Porque en lo intrascendente y anónimo está
la ciudad de cada día, está mi casa y la tuya, está la escuela a la que
van tus hijos y la plaza por la que acudes cada fin de semana a jugar
con ellos. Allí no hay espectáculo, nadie lo necesita, por allí pasa la
ciudad y la vida, y quizás los arquitectos deberíamosar poder lograr que
por allí pase alguna vez también la arquitectura sin la necesidad de
tener que perturbar esa vida con ninguna novedad. Quizás Rem debiera
también poder considerar que la falta de novedad sea una opción.
SUJU Architectuur (Susana Aparicio Lardiés & Juan Alonso)
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